La presión psicológica de pensar que tu peso puede ser una barrera para concebir puede causar el efecto contrario, dificultando el adelgazamiento
Es tan fácil ganar peso… algo menos de ejercicio y alguna que otra pasta o chuchería de más entre comidas y enseguida puedes ver como los kilos comienzan a acumularse. Cuando se trata de perder peso, la historia es muy diferente y solemos necesitar mucho más tiempo para eliminar los kilos que sobran.
Sabemos que el peso puede estar en el origen de problemas de fertilidad. Desde luego, si tus curvas están algo más redondeadas de lo habitual no vas a dejar de quedarte embarazada por eso. Las mujeres necesitamos un cierto nivel de grasa corporal para ovular regularmente, y estar por debajo de nuestro peso puede ser tan problemático como sufrir de sobrepeso. En cualquier caso, si tu peso empieza a acercarse peligrosamente a niveles no saludables, tu médico podría sugerirte que intentes ajustarlo antes de empezar el tratamiento de reproducción asistida.
Por qué el peso importa
Realmente, tu peso puede marcar la diferencia con respecto a tu fertilidad, y no solo en lo referente a las posibilidades de quedarte embarazada, sino también en tus opciones de disfrutar de un embarazo sin complicaciones.
Un sobrepeso acusado puede causar desequilibrios hormonales que afecten la ovulación, haciendo más difícil que te quedes embarazada de manera natural. Los fármacos utilizados durante el tratamiento pueden resultar menos efectivos y las posibilidades de lograr una implantación exitosa pueden quedar reducidas entre las mujeres obesas. Si te quedas embarazada a pesar de tener un sobrepeso notable, existe mayor riesgo de aborto o de sufrir problemas como diabetes gestacional, hipertensión arterial, preeclampsia y coágulos sanguíneos. También tendrás más números para un parto inducido o algún tipo de intervención durante el alumbramiento.
Perder peso
Saber que todo esto puede ocurrir es un gran incentivo para perder peso, pero a menudo la presión psicológica añadida de pensar que tu peso es una barrera para concebir puede causar el efecto contrario. Y esto complica aún más abordar la situación con calma y de manera racional.
Si te han dicho que debes rebajar algunos kilos antes de empezar el tratamiento de reproducción asistida, quizá te decantes por una dieta milagro para asegurarte de que alcanzas tu objetivo en el menor plazo de tiempo posible.
Sin embargo, cumplir a rajatabla este tipo de regímenes es duro. Pueden hacerte sentir permanentemente hambrienta y miserable, lo que facilita que caigas en tentaciones. Saltarse una dieta estricta puede ser muy descorazonador y podrías acabar abandonándola completamente si en lugar de aceptar que un día te has pasado un poco en el número de calorías por un bizcocho de más, acabas engullendo el paquete entero porque sientes que ya lo has echado todo a perder.
De hecho, la mejor manera de adelgazar no es un régimen relámpago. Lo aconsejable es lograr una pérdida de peso gradual gracias a una dieta sana y equilibrada, asegurándote de que aumentas tu actividad física. Es importante que tengas unas expectativas realistas y nunca es mala idea tener una charla con tu médico si te resulta duro seguir adelante. Unirse a un grupo orientado a la pérdida de peso puede resultar de ayuda, tanto como el sentimiento de camaradería al embarcarte en un programa en el que compartes un objetivo con otras personas. El apoyo que recibas puede ser fundamental si te sientes decaída o desmoralizada.
Comenzar un plan que incluya una dieta saludable y ejercicio regular no solo te permitirá perder peso, también te ayudará a que empieces a sentirte más en forma. El efecto será físico y psicológico, y te preparará para que afrontes tu tratamiento de reproducción asistida con una sensación positiva de bienestar.