Tener dudas y sentir cierta inquietud antes de empezar el tratamiento es algo normal. Los expertos aconsejan reflexionar y trabajar para aprender a dominar estas sensaciones
Antes de tomar la decisión de empezar un tratamiento de reproducción asistida, son muchos los interrogantes e inquietudes que se pueden presentar. Cada mujer lo vive de una manera diferente, y cada una tiene sus propias preguntas a las que necesita poner respuesta. En ocasiones, sin embargo, esa respuesta no llega tan rápidamente como una desearía, y esta incertidumbre se convierte en una angustia que retrasa el momento de tomar la decisión de empezar el proceso. “Cuando nos adentramos en un proyecto de reproducción asistida, tanto el miedo, como el estrés o la ansiedad son emociones bastante frecuentes”, afirma Laura Venereo, psicóloga de Eugin. “Podría decirse incluso que son emociones esperadas, y ante ellas, hemos de observar en qué grado las sentimos y hacer lo posible para que no nos incapaciten, sino que nos activen. Cuando estas sensaciones nos generan malestar, es recomendable encontrar la manera de disminuirlas. Una buena forma es saber identificar las causas, dándose siempre el tiempo necesario para poder hacerlo”, añade.
Si bien cada paciente tiene su particular situación, existen algunas preocupaciones comunes entre las mujeres que están valorando la posibilidad de iniciar un tratamiento
Miedo al diagnóstico
“Antes de empezar, algunas mujeres que llevan un tiempo buscando un embarazo sin éxito intuyen que tienen un problema”, explica Cristina Rico, psicóloga de Eugin. “Por un lado, tienen miedo de ir al médico, asumiendo que recibirán un diagnóstico que confirme sus temores: que tienen un problema de fertilidad.” “Algunas pacientes nos cuentan que retrasaron el momento de acudir al especialista porque tenían la esperanza que se quedarían embarazadas naturalmente”, explica la psicóloga. “Además del miedo a un diagnóstico de infertilidad, a algunas pacientes les preocupa medicalizar el proceso de la concepción y lamentan que un momento tan íntimo como la fecundación vaya a producirse en el laboratorio.”, añade. “Ante estas situaciones, recomendamos tomarse un tiempo para pensar y eliminar la sensación de urgencia en la toma de la decisión”, afirma. Pese a que es recomendable acudir a un especialista pasado cierto tiempo sin conseguir el embarazo de forma natural, no es necesario tomar la decisión en cuestión de horas. “Visitar el especialista no significa tener que empezar el tratamiento inmediatamente”, añade. “Cuando planteamos a las pacientes que vayan al médico, conozcan su diagnóstico, y después se lo piensen el tiempo que ellas necesiten, se quedan más tranquilas”, asegura.
Miedo de recurrir a la donación
“Las pacientes que se enfrentan por primera vez a un diagnóstico que les lleva a recurrir a la donación de óvulos suelen pasar también por un proceso de aceptación”, cuenta la psicóloga Laura Venereo. Según las expertas, esta es una fase necesaria en la que tiene que pasar el tiempo que la mujer necesite para comprender su situación y entender qué implicaciones tiene el proceso. “Para estas mujeres, puede ser de ayuda profundizar en lo que realmente significa quedarse embarazada con los óvulos de otra mujer; pensando en cómo van influir aspectos como la educación y el ambiente en el que su hijo se criará a la hora de construir su personalidad, más allá de la información genética”, afirma.
Deseo de maternidad: dudas
“Aunque llevo tiempo con mi pareja y la relación parece que está consolidada, no tengo claro si este es el momento de tener un hijo juntos”, explica Julie, una mujer que acaba de cumplir los cuarenta. “Una inquietud como la de Julie”, explica la psicóloga, “puede retrasar también el momento de empezar un tratamiento de reproducción asistida. Nosotras recomendamos a las mujeres con las que hablamos que hagan balance y analicen qué es lo que realmente les frena a empezar el tratamiento. Algunas tendrán varios motivos, otras uno muy concreto. En cualquier caso, aconsejamos realizar un análisis de todos los motivos, uno por uno, hablando de ello con su círculo más próximo, o si la mujer lo prefiere, con un profesional”, concluye la psicóloga.