“La reproducción asistida es la solución a una enfermedad que se llama infertilidad, y también a la diversidad familiar”
Rosa Maestro, autora del blog “Masola.org”, es madre soltera por elección. Tiene dos hijas: la mayor gracias a un tratamiento de reproducción asistida con donante de esperma; y la segunda, por adopción internacional. Desde hace más de una década apoya desde su blog, y a través de sus redes sociales, a mujeres que desean ser madres sin pareja, a familias monoparentales por elección, a mujeres que recurren a tratamientos de fertilidad o la adopción/acogimiento para ser madres y, en general, a los diferentes modelos de familia. Madresfera le ha otorgado recientemente el premio al mejor blog en la categoría de infertilidad, patrocinado por Eugin.
Rosa, cuéntanos un poco tu historia: ¿cómo tomaste la decisión de convertirte en madre soltera?
Decidí ser madre soltera hace ya 23 o 24 años. En ese momento, mi vida en pareja no estaba teniendo los resultados que yo deseaba y empecé a sopesar la idea. Recuerdo que un día que mi abuela estaba leyendo el periódico (ella sabía que yo quería ser madre) me dijo: “si no encuentras una pareja y no te casas, vete a un sitio de estos y te lo traes puesto en el bolsillo”. Yo no le di la más mínima importancia ni le hice caso, pero se me quedó grabado en la cabeza y un día pensé en recuperar aquello que mi abuela estaba leyendo en el periódico. Así que me fui a la hemeroteca, me puse a investigar en el diario de mayo de aquel año, creo que era 1998, y lo que encontré fue que la ley de reproducción asistida permitía a las mujeres sin pareja y a las parejas de mujeres acceder a tratamientos de reproducción asistida. Y me llevé una gran alegría, porque yo pensaba que tendría que viajar a EE. UU. para hacerlo.
Lo fui pensando y acudí a preguntar a varios ginecólogos. Había muy pocas clínicas, cinco o seis en aquel entonces y pedí información, pero empecé con una nueva pareja y lo pospuse un año. Un mes más tarde de terminar esta relación, el 7 o el 8 de noviembre de 2002, me hice el tratamiento: una inseminación artificial con donante de esperma.
En principio, parecía que iba a ser muy complicado por mi edad. Tenía 38 años y las mujeres teníamos poco conocimiento sobre nuestra fertilidad. Hoy en día, aunque sabemos un poquito más, estamos prácticamente igual: se le da mucha importancia a cómo no quedarse embarazada, pero no a cómo quedarse embarazada. Parece que nos tocan y nos embarazamos y no es así, y retrasamos mucho la maternidad.
Sin embargo, en aquella ocasión, me quedé embarazada a la primera. Y encontré un trébol de cuatro hojas porque, aunque me hiperestimularon, solo tenía dos ovocitos y uno de ellos no llegaba a los milímetros necesarios, con lo cual, solamente había posibilidades con uno, y ese es el que cuadró, tuve suerte. En aquel momento no era conocedora de la suerte, así que, paralelamente, ya había abierto la adopción.
Han pasado casi 20 años desde que decidiste dar ese paso, ¿cómo piensas que ha evolucionado la situación desde entonces?
Es como si hubiera pasado un siglo. Primero por la parte de las técnicas de reproducción asistida. Cuando yo fui era todo todavía muy rudimentario: ahora puedes guardar muestras de esperma por si quieres tener un segundo hijo, antes no se podía; ahora puedes vitrificar óvulos, antes no se podía; ahora se analizan embriones, antes no se podía; tímidamente empecé a mirar la ovodonación, pero había listas de espera de uno-dos años porque apenas había donantes; la embriodonación ni se hablaba de ella porque tenía una publicidad muy negativa por todo el tema religioso; para buscar un donante, el ginecólogo, entre los que había, decidía cuál era el fenotipo más parecido, pero ahora existen herramientas tecnológicas para esto.
En cuanto al tema social, en un momento en el que empezaba Internet, estuve tres años hasta que encontré a mujeres en mi misma situación. Un día leí un reportaje publicado en El País titulado “Mamá y el señor X” y me alegré al ver otras mujeres como yo. Un tiempo después nos juntamos todas y contamos 16. De allí nació la Asociación de Madres Solteras por Elección, de la que formé parte, pero no me involucré porque yo ya estaba tejiendo la idea de mi página web.
¿Qué significa la reproducción asistida para ti?
Para mí, la reproducción asistida es la solución a una enfermedad que se llama infertilidad, igual que existen otro tipo de técnicas y respuestas para dar una solución a otras enfermedades. Y, además, supone la solución a la diversidad familiar.
¿Cómo valoras la experiencia como madre soltera?
Todo esto ha sido un boom social, pero no solo el hecho de ser madres solas, sino lo que ha significado romper con la historia de los cuentos de hadas de que no podíamos ser madres sin un hombre a un lado, si no estábamos protegidas. Y me refiero a romper no por criticar al hombre o por decir que no sea necesario, al fin y al cabo mejor dos que uno para tirar del carro. Sin embargo, si ambos no se aportan en la relación de pareja, no hay ningún miedo de tirar sola o él solo.
También fuiste madre a través de adopción internacional
Sí, adopte a Luna Nabila en Marruecos, y eso fue un Vía Crucis. Cuando Alba tenía nueve meses, reinicié el proceso de adopción. Era aproximadamente año 2007-2008 y empezaron a surgir noticias de tramitaciones ilegales en Etiopía, China, etc. A raíz de esto, empezaron los problemas para realizar adopciones y se cerraron en muchos países. También probé con el acogimiento permanente, pero prácticamente me cerraron la puerta por ser familia monoparental.
Entonces volví a la reproducción asistida e hice tres intentos, fallidos todos. Ya tenía 42 años, así que me metí en la lista de ovodonación, en la que había esperas de entre uno y dos años, y fue en ese momento cuando empecé a escuchar sobre la adopción en Marruecos. Contacté con grupos a través de foros, encontré una abogada en Rabat y, un mes después de dejar presencialmente en orfelinatos de Marruecos la documentación necesaria, me enviaron la fotografía de un bebé de ocho meses que estaba disponible en Casa Blanca. Dije que sí y empecé el trámite que, como he dicho, fue un Vía Crucis. Después de todos los trámites, la niña llegó a España con un año y cinco meses.
¿Qué recomendaciones darías ahora a las mujeres que se encuentran en esa situación en la que tú estabas en 2002?
Todavía no hemos soltado del todo el cuento hadas y a las mujeres hoy les surgen casi las mismas preguntas que me hice yo hace 20 años: la falta de figura paterna, si se volverá a encontrar pareja, etc. Sin embargo, si de verdad quieren ser madres, que no se queden con las ganas de serlo porque, si de algo nos arrepentiremos el día de mañana, será de lo no hecho. Lo único que deben tener en cuenta es que pueden tirar hacia delante de la familia: capacidad económica para hacer el tratamiento, un soporte laboral, físico y si existe un apoyo familiar, pues todavía mejor.
Además, que todos los miedos, cuando tienes a tu hijo, son menores y una piensa que va a estar más desprotegida porque se ha salido del carro social, pero, te das cuenta de que te has hecho más fuerte, de que tienes más autoestima, de que te quieres a ti misma y de que sola mejor que mal acompañada: que si estás muy bien acompañada, estupendo, pero si no lo estás, estupendo también, que no pasa nada por tirar sola, es una opción más y ninguna de las opciones es mejor que otras.
¿Y qué les dirías a aquellas mujeres que no se han planteado ser madres ya, pero que saben que quieren serlo en algún momento de su vida?
Les diría que no solo hay que decidirlo, sino que hay que hacerlo con vista en el futuro. Porque si realmente quieren ser madres más adelante, tienen que ser conscientes y estar informadas de que retrasar la maternidad conlleva una serie de circunstancias: puede ser que la reserva ovárica esté bajo mínimos (o ni si quiera bajo mínimos) y que, aunque tengas ovocitos suficientes, estos puedan ser de baja o mala calidad. Esto quiere decir puede costar mucho quedarse embarazada, o que se va a tener que pasar por varios tratamientos, lo que supone un desgaste económico y psicológico importante. Además, puede ser que al final ni siquiera pueda hacerse el tratamiento con óvulos propios y haya que hacer un duelo genético para intentar tener un hijo por ovodonación o por embriodonación.
En realidad, esto puede ocurrir o no, pero lo que sí es cierto es que a partir de los 35 años la fertilidad de la mujer empieza a caer y, a partir de los 40, es mucho más acusado. Podría ser que dentro de 10 años la ciencia ya haya avanzado tanto que, de células madre, podamos extraer gametos, pero quién sabe si habremos llegado a esto.
Por ello, las mujeres se han de informar e ir anualmente una revisión ginecológica para saber cómo se encuentran de fértiles a través de analíticas para conocer la reserva ovárica, que es lo que se puede conocer. Porque la calidad no se sabe hasta que no se genera el embrión.
Además, si se quiere ser madre en unos años por lo que sea (progresar laboralmente, disfrutar de la vida, da igual, todas tenemos derecho a decidir retrasar): vitrifica tus óvulos.
¿Cómo te sientes ahora cuando reflexionas sobre tu proceso y el de tus hijas en retrospectiva?
Me siento feliz, satisfecha y orgullosa de haber tomado esas decisiones, de haber tirado para adelante y de haberlo conseguido. Me considero fuerte, que no quiere decir que no tengas momentos débiles, no es eso. Me siento fuerte para seguir el día a día, para educar a mis hijas y para tirar del carro.
Estoy contenta, feliz, tranquila, creo que he tenido una vida intensa. Cuando era joven siempre decía que no quería pasar por la vida de una forma anodina, seguir el sistema tradicional… Y ahora que tengo 57 años, cuando hago repaso me doy cuenta de que he hecho cosas que me han aportado mucho, de las que he aprendido mucho y de las que he disfrutado mucho. Por ejemplo, aunque la adopción fue un vía crucis, la repetiría minuto a minuto. Y estoy contenta en ese sentido.
¿Cómo surgió Masola.org?
Yo soy periodista y un día me encargaron un reportaje sobre los trajes de los toreros y la persona a la que estaba entrevistando me enseñó cómo había hecho una página web, y me quedé fascinada. Tiempo después, me mandaron hacer otro reportaje a un diseñador de webs: parecía que el destino me había traído hasta allí. Cuando terminé la entrevista, le pregunté si podía hacerme una web y así surgió masola.org, muy tímida y rudimentaria, con entrevistas a profesionales y a otras mamás solteras para ayudarnos entre nosotras.
Decidí contar mi historia cuando empezaba a haber muchas mujeres que querían ser madres solas, porque había poca información y la que había era a través de foros. Me dije que, como soy periodista, incluiría en la página reportajes, entrevistas, información, un foro… En definitiva, la creé como punto de información y de encuentro y, sorprendentemente, empezó a crecer, y cada vez había mayor diversidad familiar.
Así, la ampliamos para todos los temas de diversidad familiar: parejas de mujeres, parejas homosexuales, adopciones, etc. y ahora hemos dado el salto también a las redes sociales. Nos contactan para todo tipo de cuestiones y todo tipo de maternidades: parejas de mujeres, hombres solos, gestación subrogada, adopciones, acogimientos, etc. Además, ahora es mi hija la gestora de todo.
Y también trabajamos con la plataforma de apoyo a las familias monoparentales porque estamos totalmente discriminadas: llevamos décadas detrás de la ley.
¿Qué supone el premio de Madresfera para ti en este momento?
Este premio es el reconocimiento al trabajo durante todo este tiempo, y que durante muchos años hice de manera gratuita. Supone el reconocimiento a la labor de información y de apoyo, pero también un reconocimiento a la infertilidad, a esas otras maternidades que no es la denominada como natural.
Sobre todo, el poder hablar de ello y reconocer que pasa, porque la infertilidad se trata todavía desafortunadamente de manera tabú, no se le da la normalidad que se le tiene que dar, parece que es una maternidad diferente, que no ha llevado los cauces naturales y entonces se habla de mujeres defectuosas, como que el destino biológico para el que vinimos sigue haciendo mucho daño y hay un desgaste emocional del que no se habla alto.
Por eso, el poder hablar de ello, que se pueda tratar de manera natural y que se reconozca el sitio que debe tener, que es una maternidad tan loable y válida como cualquier otra, para mí es muy importante. Me produce mucha satisfacción personal y colectiva porque significa que estamos dando pasos hacia delante, poquitos, pero que los estamos dando.
Aparte, al principio, como web, tampoco éramos muy bien vistas por ciertas clínicas de reproducción asistida, y el hecho de que ya con el tiempo hayan contactado con muchas mujeres y se trabaje de forma conjunta, con psicólogos, etc. demuestra que la unión hace la fuerza. Ese pequeño gremio que se ha creado también es muy importante.