Serge Tisseron, psiquiatra y psicoanalista, autor del libro ilustrado El misterio de las semillas de bebé, aborda las dificultades que surgen en el recorrido de los padres que inician el camino de la reproducción asistida.
¿En qué medida la pareja se pone “a prueba” durante un proceso de reproducción asistida?
Un proceso de reproducción asistida es muy a menudo una carrera de obstáculos: es excepcional que las cosas funcionen a la primera, y en ocasiones las esperanzas se transforman en decepciones. Así, a veces tras una serie de fracasos sucesivos, una pareja fuertemente unida en su primer intento acaba por tener opiniones opuestas sobre la actitud que hay que tener. Uno de los dos tiene la sensación de que sería mejor tirar la toalla, mientras que el otro tiene ganas de probar una y otra vez.
¿En este contexto, pueden desarrollarse correctamente los vínculos entre padres e hijos nacidos mediante una donación de gametos?
Sí, pueden desarrollarse con normalidad; y de hecho es lo que sucede a menudo, salvo, en mi opinión, cuando los padres deciden ocultar al niño su origen, ya que el secreto divide y aleja.
Dado que la donación es anónima, los padres no temen que un desconocido aparezca un día de repente entre ellos porque su hijo haya ido a buscarlo. Se trata así de una preocupación que no tienen que sufrir, incluso si un niño tiene la posibilidad de conocer a su progenitor cuando sea mayor de edad, esto no le llevará nunca a subestimar la importancia que tuvieron para él los padres que le educaron. Ahora bien, justamente porque la donación es anónima, algunos padres tienen la tentación no solo de ocultar la identidad del donante, sino también la manera en la que fue concebido el niño. Del mismo modo que ignoran todo acerca del donante, los padres deciden no decir nada a su hijo sobre las condiciones en las que fue concebido.
En su opinión, ¿por qué algunas parejas deciden no hablar de su proceso de reproducción asistida a sus familiares?
Aun hoy en día, a muchos padres les resulta difícil aceptar que la paternidad sea un proceso complejo en el cual intervienen varios componentes: el componente biológico, el componente educativo y el componente nominativo, vinculado a la transmisión de un apellido. En el esquema familiar tradicional, se entiende que todos estos componentes están exclusiva e indisociablemente unidos a la figura de los padres.
En el caso de la reproducción asistida con donación de gametos, el hecho de ser simplemente un elemento determinante entre otros del nacimiento del niño se vive a veces con un sentimiento de carencia, incluso de vergüenza. Todos los padres sueñan con ser padres «completos», es decir, padres que transmiten a la vez a sus hijos sus genes, sus elecciones educativas y sus apellidos. Al no poder hacerlo realmente, algunos pueden intentar hacérselo creer a sus familiares y amigos, y luego a su hijo.
Es una manera de intentar ocultarse a sí mismos la realidad de una situación que viven de manera dolorosa.
¿Es algo que trasladan también a su entorno?
Bien, también están los padres que justamente deciden mantener el secreto de cara a su entorno porque temen que sus propios padres condenen el hecho de que hayan tenido que recurrir a la reproducción asistida. Y a continuación, mantienen el secreto de cara a su hijo por miedo a que este se lo diga a sus abuelos. Pero esto es, a mi juicio, una elección totalmente errada. Cuando uno es a su vez padre, hay que saber elegir entre seguir siendo el niño de tus padres o ser el padre de tus propios hijos. Y esto supone evidentemente establecer con ellos un clima de confianza que no encaja bien con ocultar información acerca de su concepción. Afortunadamente, aunque se le hayan ocultado las cosas al niño durante un tiempo determinado, siempre existe la posibilidad de hablar con él, diciéndole en primer lugar que, si no lo hemos hecho antes, ha sido porque no sabíamos muy bien cómo abordar la situación. Además, ¡es precisamente para ayudar a los padres que se encuentran en esta situación por lo que he escrito El misterio de las semillas de bebé! Aunque los padres tienen que insistir ante todo en el enorme deseo que han tenido de concebir ese niño. A un niño nunca se le dice demasiadas veces cuánto se deseaba tenerlo, y la mejor prueba que se le puede dar es precisamente haberse sometido para ello a un proceso de reproducción asistida.
¿Esconder el haber recurrido a la reproducción asistida puede tener consecuencias para el niño?
El secreto de una filiación no es como un lingote de oro que se deposita en una caja fuerte en Suiza cuya llave solo tenemos nosotros. Para unos padres es imposible esconder a su hijo un acontecimiento tan importante como las condiciones en las que fue concebido con la certeza de que no podrá jamás y de ninguna manera descubrir la verdad. Dada la dificultad que entraña decidir lanzarse a un proceso de reproducción asistida, quienes lo hacen a menudo lo comentan con un confidente privilegiado, ya sea un amigo íntimo o un familiar. Pero este confidente, como cualquier otra persona que guarde un secreto que no es suyo, tarde o temprano, lo compartirá con otra persona. Y es de esta manera como muchos niños nacidos gracias a la reproducción asistida lo descubren a los 10 o los 15 años, cuando un primo o una prima, creyendo que el principal interesado ya lo sabe, alude a esta situación.
Por otra parte, tampoco hay que olvidar aquellas situaciones en que uno de los padres piensa que decir la verdad sería provechoso para el niño mientras que el otro está convencido de que sería perjudicial. El que está a favor de hablar de esta situación siempre acaba por hacerlo, y la pregunta del niño es entonces: «Pero, si lo sabíais, ¿por qué no me lo habéis dicho antes?» Finalmente, las situaciones de tensión entre los padres pueden suscitar, por parte del uno o del otro, comentarios sobre el hecho de que el niño «no sea realmente» suyo.
Un niño que no responda a las expectativas de sus padres corre el riesgo de oír algún día, en la boca de una de las dos personas que cree ser sus progenitores, un comentario enigmático acerca del hecho de que no se sabe «de dónde viene», o que uno de los dos padres se mostraba reticente «a este método». Lo que es perjudicial para el niño no es que ignore las circunstancias de su nacimiento, sino descubrir que no tiene derecho a conocer un elemento tan esencial de su propia historia. Es por ello por lo que, en el momento en que decidimos contarle la verdad sobre las circunstancias de su venida al mundo, es muy importante recalcar al niño su derecho a hacer todas las preguntas que quiera, y que los padres se comprometan a responderlas todas sin ocultar nada de lo que saben.
¿Qué consejos daría a aquellos padres que todavía dudan en hablar de este tema con sus hijos?
Lo mejor es empezar lo antes posible. En cuanto el origen del niño le pase por la cabeza a uno de los padres, por ejemplo cuando, durante el baño o el cambio de pañales, uno de los padres se fije en el color de los ojos del niño o en la forma de su cabeza, la finura o el grosor de su cabello, es importante que hable de este tema con el niño diciéndole por ejemplo: “¡Oh! No tienes los ojos como los de papá ni de mamá porque te hemos hecho con la ayuda de una semilla de otra persona. Pero ¡qué guapo que eres!”.
Por supuesto, el niño no lo entenderá, pero el padre se acostumbrará así a decirle algunas palabras sencillas al niño cada vez que se le pasen por la cabeza las circunstancias particulares de su nacimiento. De esta manera, cuando el niño crezca sabrá claramente que no es el niño biológico de sus dos padres, y también que puede hacer preguntas para intentar entender: confiará en que sus padres estarán dispuestos a contestar a sus preguntas acerca de sus orígenes.
Por supuesto, siempre habrá preguntas a las cuales los padres no podrán contestar por el hecho de que la donación de gameto haya sido anónima. Pero si los padres logran hacer de este elemento algo sobre lo que construir ficciones bellamente adornadas, al niño no le faltarán ocasiones para crear sus propias historias, y crecerá dando rienda suelta a su imaginación acerca de sus orígenes, exactamente igual que los niños siempre lo han hecho. Fantaseará sobre su padre/madre biológico desconocido sabiendo que nunca tendrá otra opción más que fantasear sobre él/ella, pero también sabrá que nació de un acto de amor sin secretos ni malentendidos. Esto hará que sus padres, además de procurarle el alimento y la educación que precisa, se conviertan también en unos sólidos pilares que le acompañarán tanto en su vida concreta y real como en su vida imaginaria.