Amandine Forgali (Montauban, Francia, 1978) es autora de diversos libros y mamá de dos niños concebidos a través de reproducción asistida. Tras varios intentos, Amandine consiguió su embarazo en un proceso en el que vivió y sintió tantas emociones que decidió plasmar en su primer libro: Un GPS para la cigüeña.
¿Qué hizo que empezara a hablar del proceso de reproducción asistida a través de sus libros?
Durante mi camino por la reproducción asistida viví anécdotas que me parecieron tan surrealistas que decidí escribirlas sobre papel. Mis compañeras de infertilidad, que habían leído esta especie de “diario personal”, me animaron a hacerlo público, convencidas que podría ayudar a otras parejas que se encontraran en mi misma situación… Y así nació la idea del primer libro, Un GPS para la cigüeña, que saca a la luz la incomprensión general que domina alrededor de este tema tabú que es la infertilidad.
¿Cómo podemos romper este tabú?
Para que se produzca un cambio de mentalidad, tenemos que hablar de la infertilidad sin vergüenza. Tenemos la suerte de disponer de múltiples herramientas de comunicación, y tenemos que aprovecharlo. Debemos ser nosotras, que lo vivimos cotidianamente, las que tenemos que asumirlo, hablar de ello y explicarlo, aunque a veces sea verdaderamente complicado.
Aun con sus dos libros publicados y otro en camino sigue activa en la red a través de su blog, donde habla de la fertilidad en clave de humor. ¿Cuál es su motivación para seguir dedicando su tiempo a ello?
Yo viví el inicio de mi infertilidad totalmente sola. Hasta que no pasaron unos años no pude encontrar –virtualmente, gracias a los foros y las redes sociales– otras mujeres que pasaran el mismo calvario que yo. Hoy, cuando recibo mensajes de agradecimiento por lo que escribo, siento que no puedo dejar de dedicarme a ello: sería como abandonarles. También escribo para la sociedad en general, porque a día de hoy, quedan todavía opiniones sobre la infertilidad fundadas sobre una profunda ignorancia sobre el tema.
¿Cree que existe alguna forma de cambiar esta sociedad?
Estoy convencida que cambiando su visión sobre lo que viven las personas con problemas de fertilidad, recibiendo información de forma objetiva, esta sociedad acabará por demostrar la empatía que tanta falta le hace. Mi blog 1001 cosas que no decir a alquien infértil me permite intentar aceptar mejor estas frases cotidianas que tanto daño hacen. Y de hecho, puede que también sea útil al entorno, que puede darse cuenta de lo hirientes que pueden ser a veces sus palabras.
Ha vivido el proceso de un tratamiento de reproducción asistida en primera persona. ¿Cómo describiría las sensaciones que lo acompañaron?
Las sensaciones fueron muchas y muy variadas. Pasé por el miedo, la angustia, la inquietud, la incomprensión… Pero siempre acababa volviendo la esperanza. Las emociones se intensifican a causa de las hormonas, y la moral se pasa el día jugando al yo-yo. Esta mezcla de emociones diversas es muy difícil de gestionar. Libramos una lucha con la esperanza de ganar, pero la inquietud de no conseguirlo siempre está presente.
Una lucha así no se puede librar sola… ¿Dónde buscó apoyo para mantenerse firme mientras duró el proceso?
La moral oscila constantemente entre esperanza y desánimo. Por mi parte, mis compañeras de infertilidad –que yo llamo “amigautas”– me permitieron no dar el brazo a torcer. En gran parte, fue gracias a ellas que nunca abandoné. Como Amandine, muchas mujeres buscan apoyo en Internet. En este sentido, los psicólogos alertan que aunque la red permite obtener inmediatez y testimonios directos, es necesario saber seleccionar la información que allí se encuentra: “Las mujeres que siguen un tratamiento de reproducción asistida y buscan información en Internet han de tener en cuenta que cada caso es único, y por este motivo han de evitar compararse con los testimonios de otras mujeres que allí encuentran”, comenta la psicóloga Laura Venereo, de Eugin. “Por otro lado, Internet tiene una cosa positiva: permite hacer comunidad y estar en contacto con personas que han pasado por lo mismo. Nosotros recomendamos compaginar las consultas de estos foros con el apoyo de profesionales”, asegura.
Algunos centros, como Clínica Eugin, ofrecen este tipo de apoyo psicológico. ¿Cómo valora esta opción?
En uno de los centros de reproducción asistida al que fuimos, mi marido y yo recibimos el seguimiento de un psicólogo. Este seguimiento, obligatorio, nos pareció en ese momento superfluo e inútil. No fue hasta al cabo de unos años, sin embargo, que me di cuenta que era necesario. Creo que cada centro tendría que disponer de este tipo de apoyo, con tal de poder ofrecerlo, sin hacerlo obligatorio.
Una vez finalizado el tratamiento, y con perspectiva, ¿cuál le parece la parte positiva de la experiencia?
La reproducción asistida no es algo malo. Representa, al contrario, el intento de sanar un mal que nos pesa. Con lo que yo me quedo es con los bonitos encuentros, pero también, y sobre todo, con la inmensa suerte de contar con dos maravillosas victorias que debo a la medicina y a su progreso.
Para terminar: ¿qué le diría a una mujer que está a punto de empezar un tratamiento de reproducción asistida?
Le diría que empiece por no culpabilizarse, puesto que ni ella ni su marido son personalmente responsables de su infertilidad. Que no dude a encontrar una escucha y un apoyo en los numerosos foros existentes, con el objetivo de no sentirse nunca sola e incomprendida. Luego, le aconsejaría que mantenga la esperanza y que luche incansablemente dentro de lo posible (físicamente y psicológicamente). Por mi parte –esto es muy personal– mi lema fue: “No quiero vivir con el arrepentimiento de no haberlo intentado”.