Las parejas que tienen dificultades para conseguir su embarazo necesitan empatía: como cualquier otra persona que recibe un tratamiento médico
Cuando el bebé no llega, no hay nada que te haga sentir peor que tener que oír la frase “¡Son solo imaginaciones tuyas!” o “¡Le das demasiadas vueltas!”. La que lo oye asume que, además de tener problemas de fertilidad, tiene un impedimento psicológico, lo que refuerza su aislamiento y le impide aligerar su angustia. La autoestima también tiene un papel clave en este proceso, y lo que una mujer bajo tratamiento necesita oír es que es una luchadora, y que por supuesto lo conseguirá.
Las mujeres que pasan por un tratamiento de reproducción asistida son mujeres valientes, perseverantes y llenas de una fuerza indescriptible. Las parejas que tienen dificultades para conseguir su embarazo necesitan empatía. Necesitan que los otros se pongan en su piel, como cualquier otra persona que recibe un tratamiento médico. ¡Seguro que a nadie se le ocurriría decirle a un diabético que piensa demasiado en la insulina y que por este motivo se ha vuelto resistente a ella! Además, cuando la causa de la infertilidad está en el hombre, ¿también son solo imaginaciones suyas? ¿El embarazo no llega porque piensa demasiado en sus espermatozoides? De ser así, ¿Qué sentido tendría prescribir anticonceptivos si basta con pensarlo para no quedarse embarazada? Seamos serios, por favor. Existen múltiples causas de infertilidad, algunas de las cuales tienen explicación y otras no; de estas últimas se dice que son idiopáticas, es decir, sin origen conocido, lo cual no significa que sean psicológicas. La infertilidad es, ante todo, un problema médico.
No hay que buscar culpables si oímos la molesta frase: es totalmente normal pensar en ello. Cuando es necesario recurrir a la ayuda de profesionales para concebir un hijo, cuando se tienen varias citas al mes con el ginecólogo, cuando tenemos que ponernos inyecciones a diario, o en poco tiempo nos van a anestesiar para una punción, ¿cómo no vamos a pensar en ello y estresarnos? Estas técnicas son invasivas, estresantes y complejas. La situación en la que una se encuentra no es fácil, y los esquemas la propia vida se están reconfigurando. Simplemente, ¡es imposible no sacárselo de la cabeza!
No obstante, sabemos que el cuerpo y la mente están estrechamente ligados entre sí. La mente actúa sobre el cuerpo, y se sabe que es capaz de alterar su equilibrio, de manera que el estrés o los bloqueos mentales podrían en teoría llegar a dificultar un embarazo. Para concebir un hijo, se necesita que el cuerpo funcione bien, al igual que también hace falta un contexto psicológico y emocional favorable. Si una se siente bien, no será necesario iniciar una terapia; en cambio, si todo esto le parece insuperable, y existe un sufrimiento continuado, tal vez sería interesante acudir a un profesional. Bastarán unas cuantas sesiones para que se sienta mejor.
¡Fuera complejos! ¡Y a hacer oídos sordos a estas reflexiones!