El pasado 3 de octubre Eugin celebró en Barcelona su 15 aniversario, una edad a la que llega en plena forma tras haberse consolidado como líder en reproducción asistida en Cataluña, con más de 8.000 tratamientos anuales. En motivo de este aniversario, Eugin invitó al investigador belga Prof. Paul Devroey, una de las máximas autoridades mundiales en fertilidad y reproducción asistida.En 1992, al frente del Centro de Medicina Reproductiva de la Universidad Vrije de Bruselas, desarrolló la técnica de la microinyección intracitoplasmática (ICSI), gracias a la cual es posible inseminar un óvulo con un solo espermatozoide. Desde entonces, hombres de todo el mundo con serias alteraciones en el semen han podido cumplir el sueño de ser padres. El Prof. Devroey derrocha entusiasmo ante los próximos retos de la reproducción asistida y se declara fascinado por el avance médico y social que aporta la vitrificación de óvulos.Las técnicas de reproducción asistida son una opción mayoritariamente aceptada a la que cada vez recurren más personas. ¿Qué han aportado a la sociedad actual?En el pasado, las personas con problemas de fertilidad no podían tener hijos y tenían que aceptar la existencia de una razón médica que no podían superar. Eso ha cambiado. ¿Cuántas personas en el mundo calcula que se han beneficiado de la ICSI?Millones de personas. Un 10% de los hombres tiene problemas de fertilidad, algunos incluso hasta el punto de no tener espermatozoides en el eyaculado. El problema es que en muchos países este tipo de técnicas no está disponible porque para mucha gente con capacidad de decisión no son una prioridad. Por eso hay que trabajar para mejorar los resultados y facilitar la aceptación de esta técnica en todo el mundo.
¿La ciencia puede llegar a conseguir que cualquier hombre sea padre biológico?Sí. Recuerdo cuando por primera vez extrajimos espermatozoides directamente de los testículos para fecundar un óvulo. Muchos colegas decían que no funcionaría porque la fase final de desarrollo de los espermatozoides, la capacitación, se produce tras la eyaculación [cuando entran en contacto con los fluidos del tracto genital de la mujer]. “El esperma tiene que estar capacitado”, decían, incluso en los libros. Junto con el investigador Gianpiero D. Palermo, obtuvimos espermatozoides de los testículos de un hombre al que le habían diagnosticado aspermia [ausencia total de semen]. Así comprobamos que la historia de la capacitación no era del todo correcta.
Un hombre puede ser padre biológico incluso en casos extremos como los de aspermia. ¡Totalmente!
¿Cuáles son los retos futuros ante la infertilidad masculina?Los andrólogos deben entender los mecanismos de la infertilidad: ¿por qué un hombre produce esperma de forma normal y otro no es capaz de ello? En algunos casos, las alteraciones se deben a factores genéticos, pero en muchos otros se desconocen las causas y eso crea dificultades sobre qué tratamiento seguir. Lo que queremos es saber cómo tratarlos. Cuando introdujimos la técnica del ICSI estábamos convencidos de que no se puede tratar al hombre, solo se puede tratar el gameto, el espermatozoide. Ese es el punto de inflexión: pasamos del hombre al gameto. Una posibilidad para que los hombres preserven su fertilidad es congelar el esperma, porque con el paso del tiempo la producción espermática se resiente en casos extremos.
¿Hay un aumento de los problemas de infertilidad en las sociedades desarrolladas?No, no lo creo. El número se mantiene bastante estable, no pienso que aumenten los casos de infertilidad. Lo que sí veo es que cada vez más mujeres estudian, desarrollan una carrera profesional, organizan muchos aspectos de su vida y acaban posponiendo la maternidad. Y con el paso del tiempo, la fertilidad disminuye. ¿Es, pues, más una cuestión social que fisiológica?Absolutamente.
Ante esta tendencia a retrasar la maternidad, ¿qué aporta la congelación de óvulos?La vitrificación es un progreso increíble, el próximo gran desafío de la reproducción asistida. ¡Es una técnica fantástica! ¿Y sabe por qué? Iguala los derechos de mujeres y hombres, y hay algunas sociedades que no lo aceptan.
Además, congelar óvulos resulta menos simbólico que congelar embriones. ¡Es fascinante! ¿Qué opinión le merecen las técnicas de reproducción asistida en España?Pensemos en la ética, que para mí tiene una doble dimensión. Hay una ética que implica respeto por la ciencia y otra entendida como una propensión a la prohibición. En España domina el respeto por la ciencia, pueden estar muy felices por ello. Esto significa que aquí se respetan las implicaciones éticas de la ciencia, a diferencia de otros países europeos. Tienen líderes en la investigación sobre reproducción asistida y pueden poner estas tecnologías al servicio de la población. Por esta razón tanta gente viene a España para seguir un tratamiento.
Gracias al Diagnóstico Preimplantacional se puede estudiar el ADN de cada individuo y evitar la transmisión de enfermedades hereditarias. Al mismo tiempo, técnicas como esta avivan el debate ético. Como expresidente del Comité Nacional Belga de Bioética, ¿qué línea de actuación cree que debe regir la medicina reproductiva? Por supuesto, si una madre o una pareja tienen un niño con alguna enfermedad hereditaria deben cuidar de él, ¡desde luego! Pero, si, por ejemplo, tenemos seis embriones y tres de ellos presentan alteraciones genéticas y los otros tres son perfectamente normales, no veo ninguna razón para no utilizar los normales, evitando sufrimiento y penalidades. Todo depende de los principios filosóficos y religiosos fundamentales de cada cual: si piensas que no debes abortar o que no debes recurrir al DGP para analizar la carga genética de tus embriones, es tu derecho. Pero si quieres hacerlo, adelante. Nadie debería prohibírselo a los demás.
¿Le quedan prejuicios que combatir a la reproducción asistida? Sí, hasta cierto punto, todavía tenemos que afrontar prejuicios. En Bélgica, el Parlamento respeta la ética de la ciencia y en España tienen suerte de la situación en que se encuentra la reproducción asistida. En otros países es catastrófico, allí los investigadores tienen que lidiar con una opinión pública en contra.