Empecé a valorar todo lo que ya tenía en mi vida: un marido adorable, un trabajo interesante, amigas, salud… En vez de llorar por lo que no teníaDurante los sucesivos tratamientos de reproducción asistida que realicé, vi como a medida que iban pasando los meses cada vez más tenía sentimientos negativos, incluso nocivos, que se iban apoderando de mí. Empecé a verme fea y gorda. Después, pensé que no merecía ser madre y que mi pareja merecía algo mejor; una mujer guapa, alegre y fértil que le pudiera dar tantos niños como quisiera. Yo, sin embargo, era incapaz, una inútil que no era digna de su amor ni de la atención de mi entorno. Tampoco era digna de ese pequeño ser que decididamente no quería crecer dentro de mí. Poco a poco, entré en una depresión. No hacía nada. Como estaba focalizada en mi infertilidad, no tenía energía para nada más. Cada vez sonreía menos, hasta que dejé de hacerlo por completo. Dormía mal, algunas noches las pasaba en blanco. Tenía sueños extraños donde siempre aparecían bebés llorando o que se hacían daño delante de mí. Empecé a dejar de hablar; de todos modos, no tenía interés en nada. Ya no compartía ni mi dolor, ni mis esperanzas, necesidades o deseos con nadie… Ni con mi propio marido. Mis amigas y mi familia hacía tiempo que habían dejado de escucharme. Entré en un círculo vicioso en el que estaba frustrada, decepcionada, irritable… Constantemente me hacía reproches sobre todo, y era incapaz de salir de este círculo, puesto que seguía sin conseguir lo que tanto deseaba. Fue muy difícil vivir con esos sentimientos. Sin duda, la cosa más difícil que viví durante todo el tratamiento. Algunas dirán que el dolor físico de las inyecciones es intenso, pero en el fondo, desaparece al cabo de unos minutos. El sufrimiento psicológico, en cambio, persiste incluso cuando el tratamiento termina. Solo la esperanza de comenzar de nuevo un tratamiento permite mantener un poco de dignidad y autoestima. Pero, ¿cómo seguir sintiéndose orgullosa, positiva, segura de sí misma y con confianza en el futuro cuando el embarazo no llega? Un día, comprendí que si vivía rodeada de sentimientos y pensamientos negativos, me sentiría constantemente mal tanto física como mentalmente. Me forcé entonces a creer que un embarazo era posible, que todos somos capaces de ello, que esto es solo un contratiempo. Valoré todo lo que ya tenía en mi vida (un marido adorable, un trabajo interesante, amigas, salud), en vez de llorar por lo que no tenía. Decidí ser fértil de otra manera: creando, dando y ayudando a los otros. Vi el fracaso como un trampolín hacia un futuro mejor, en vez de como algo definitivo. Me fijé objetivos ambiciosos, eso me daba la sensación de ser capaz de llevar a cabo un proyecto difícil. Poco a poco, recuperé la confianza en mí. Me respeto de nuevo. Mi mente es positiva. Siento que, gracias a este nuevo enfoque, me llegará antes eso que siempre he deseado…
Reproducción asistida: cómo seguir sintiéndose positiva y orgullosa de una misma
Publicado el 7 diciembre 2016|Última actualización el 14 junio 2019|Aspectos emocionales.|Artículo revisado por: El equipo médico de Eugin